lunes, 22 de junio de 2009

Micahel Reid, editor de The Economist, opina sobre la situación en América Latina, tras el lanzamiento de su libro "Continente olvidado"

América Latina en los ojos de Michael Reid, editor de 'The Economist'
(Entrevista del Centro Knight)


Sin importar qué eventos mundiales están compitiendo por la atención de los lectores, la revista británica The Economist sigue siendo una de las fuentes más consistentes de noticias y reportajes sobre América Latina. La más reciente edición contiene dos notas sobre la región amazónica (de Brasil y de Perú), un artículo sobre la economía brasileña y un reportaje sobre los recolectores de basura en Colombia.

Detrás de esto figura el editor para las Américas de The Economist, Michael Reid, cuya trayectoria incluye años como corresponsal en México, Brasil y Perú.

Juliana Lima, del Centro Knight, entrevistó a Reid sobre la labor de entregar noticias sobre América Latina al resto del mundo.

Centro Knight (CK): En su libro Continente olvidado: La batalla por el alma de América Latina, usted escribió que “La falta de noticias son buenas noticias” respecto al abandono de América Latina de parte del resto del mundo. En marzo pasado, The Economist dedicó la historia de portada a la guerra contra las drogas en México. ¿Significa esto que las cosas están empeorando para el continente?

Michael Reid (MR): Creo que están cerca de ser una preocupación. Hace 25 años, la violencia relacionada con el crimen organizado estaba mucho más localizada en los países andinos. En los últimos años, el narcotráfico se ha extendido por la región, desde Tijuana a Río de Janeiro. Ahora la situación es particularmente seria en México, donde el crimen organizado era mucho más pequeño y menos poderoso, lo que revela ciertas debilidades del Estado mexicano. La otra gran nube en el horizonte es, obviamente, la recesión mundial. Está claro que este año y el siguiente serán difíciles para la región.

CK: ¿Cuáles son los criterios de The Economist para escoger sus historias semanales? ¿Le preocupa apartarse de estereotipos y clichés?

MR: En The Economist tratamos de lograr un balance entre historias importantes y nuevas cada semana. Tratamos de dar a los lectores de otras partes del mundo un aperitivo de la región. Pero los temas centrales en la última década han sido la lucha por conseguir estabilidad económica y crecimiento —algo que continúa hoy— y al mismo tiempo la lucha para hacer que la democracia funcione efectivamente en un contexto de profundas desigualdades y pobreza. A eso se suman, diría yo, temas de seguridad pública, crimen organizado y problemas medioambientales. Obviamente, como (Hugo) Chávez considera que parte de su trabajo es ser noticia, es bastante difícil ignorarlo.

CK: ¿Cree usted que los medios británicos usan criterios distintos para seleccionar noticias sobre América Latina que la prensa estadounidense?

MR: Salvo algunas excepciones, como el Financial Times y The Economist, creo que los medios británicos tienen menos conocimiento e interés en América Latina que los medios de Estados Unidos. La cobertura es limitada y con un foco casi obsesivo en Cuba y el Che Guevara. Los medios británicos rara vez van más allá de los estereotipos de desgualdad y pobreza en su cobertura sobre la región.

CK: El estilo de The Economist es comparable al de la academia. ¿Cree que el futuro del buen periodismo está en la especialización de sus profesionales?

MR: Creo que ése es un camino. Comparados con otros periodistas, nosotros probablemente pasamos más tiempo hablando con académicos y leyendo lo que escriben. Una de las cosas que tratamos de hacer es entregar una suerte de análisis riguroso en un lenguaje que los no académicos puedan entender. Pero creo que hay otras formas de [buen] periodismo que pueden ser exitosas. Nosotros tenemos este método combinado con el compromiso de cubrir el mundo como un todo. Hay un mercado para eso y hemos sido capaces de crecer como publicación, aun cuando otras han tenido problemas.

CK: América Latina ha pasado por drásticos cambios desde la década de los setenta, cuando la mayoría de los países tenían una dictadura. Hoy, a excepción de Cuba, todos han desarrollado un sistema democrático. ¿Cómo evalúa usted la democracia en la región actualmente?

MR: Obviamente, [los gobiernos democráticos] varían en calidad y efectividad. Lo importante es que se han mantenido bastante bien en la región, a pesar de que hay varias dificultades en términos de partidos políticos débiles y a pesar de la desigualdad extrema, la corrupción y la relativa ineficacia de la ley. Sin embargo, claramente en algunos países la democracia está bajo amenaza. Creo que lo que hemos visto en Venezuela —la manera en que varios líderes de la oposición han sido arrestados ilegalmente— y la tendencia a eliminar los límites para los mandatos presidenciales, algo que Hugo Chávez ha hecho, pero que veo que Álvaro Uribe quiere hacer también, son grandes amenazas a la calidad de la democracia. Creo que es peligroso que los presidentes se quedan en el poder por mucho tiempo.

CK: ¿Cómo están lidiado los gobiernos latinoamericanos con la libertad de expresión y el acceso a la información?

MR: Creo que en los últimos años la mayoría de los países [ha logrado] un grado considerable de libertad de prensa y de información, lo que ha funcionado con muchas variaciones, pero se trata de un gran avance para la región. Hay preocupaciones en algunos países, en particular en relación a la propiedad de canales de televisión, que en algunos países están en manos del gobierno, sus simpatizantes o políticos locales. Ése es el caso en algunas partes de Brasil, por ejemplo. La otra amenaza son, por supuesto, las amenazas del crimen organizado a la integridad física, a la seguridad de los periodistas.

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