sábado, 21 de agosto de 2010

De Santis: Libertad y Convenciones, como en el Derecho?

Extraído de la entrevista que Hugo Calegaris le hizo hoy a Pablo de Santis en ADN Cultura. Ver entrevista completa acá.

-¿Es distinto imaginar una historieta que imaginar, por ejemplo, lo que ocurre en Los anticuarios? ¿Son dos procesos diferentes?

-Sí, completamente. Lo primero en una historieta son los aspectos formales, que son fundamentales.

-O sea, cómo resolver en ocho cuadritos un determinado segmento...

-Sí, depende del formato. A veces puede ser todo un álbum continuado, o pueden ser cuatro u ocho páginas. Eso es fundamental a la hora de pensar un personaje y un tipo de historia. Los aspectos formales incitan a la imaginación. No son límites. Los acepto pensando que es bueno tener alguna exigencia particular.

-¿Eso ayuda a tu imaginación, encontrarte con pautas?

-Siempre. Con cualquier tipo de pautas. Me gustan las pautas: la fecha de entrega, la cantidad de líneas, el género, la cantidad de páginas...

-¿No es una carga?

-No, no. Me parece que para la neurosis del escritor es bueno tener una forma que lo contenga. En mi caso, los aspectos formales son la musa inspiradora.

-Pero eso no pasa con la novela, porque ahí tenés tantas páginas como quieras y tanto tiempo como quieras a tu disposición.

-Pero ahí tengo los géneros, afortunadamente, y los géneros siempre te contienen. Son también una manera de imponerse guías. Y yo siento que las novelas, además, me contienen psicológicamente. Cuando estoy escribiendo una novela, estoy concentrado en algo. Si no, me disperso. Necesito estar siempre escribiendo una novela, aunque después no la publique.

-¿Nunca sentís la tentación de salirte de las guías?

-Es que siempre hay guías. En general, la literatura con menos guías es la que se parece más a sí misma. Si uno piensa, por ejemplo, en una categoría como la del cine policial, las películas no se parecen tanto entre ellas. Ahora, las películas de vanguardia siempre tienen rasgos semejantes. Las películas artísticas se van a parecer todas siempre.

-Por ejemplo, muchos cineastas jóvenes argentinos hacen películas bastante parecidas...

-Por eso: cuando se renuncia a las convenciones y se cae en la ilusión de que las convenciones no existen, se va a una forma de relato único, ¿no?, y tremendamente repetitivo.

-Eso suena contradictorio. Lo primero que uno tiende a pensar es que la convención iguala...

-Claro, pero uno se mueve con la conciencia de la convención y puede manejarla. Siempre debe haber artificio, porque para eso es arte. Aun en una conversación común, cuando contamos algo, lo hacemos con artificio. Le cuento algo a mi mujer y busco el modo de interesarla. Si sé que algo la va a sorprender, se lo voy a decir al final. Hay una puesta en escena. Los artificios están dentro del lenguaje. No es sólo la gramática, sino otro tipo de convenciones.

-O sea: eliminar los artificios es sólo una ilusión.

-Sí, y además el gran arte tuvo siempre no sólo convenciones, sino convenciones muy marcadas. Si uno ve la tragedia griega, el teatro isabelino, observa que hay cierta cantidad de pautas. Lo mismo pasa en poesía, en el soneto.

-Muchos artistas jóvenes hablan del gran arte o del "cine de calidad" de modo casi peyorativo. ¿Es por causa de que quieren escapar de las convenciones, de los finales felices, de los finales tristes, simplemente de los finales?

-Sí, y también quieren escapar del mundo paterno. Identifican las convenciones artísticas con el mundo paterno de las imposiciones, en oposición a la vida verdadera. Pero después uno va viendo que no funcionan así las cosas. Ese mundo de las convenciones exige una gran habilidad para moverse en ellas.

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